
El shogun nombró una serie de gobernadores militares (shugo) que guardaban el orden en todo el territorio japonés y servían al shogunato. A cambio de su lealtad al shogun, los shugos recibían tierras. Así el poder político se asoció al poderío militar y a la propiedad territorial. Con el tiempo, los shugosdejaron de ser simples guardias territoriales para convertirse en una versión oriental de señores feudales, llamados daimyo. Estosdaimyo o señores consolidaron la primacía del espíritu guerrero en Japón.
Con el crecimiento del sistema feudal, basado en la lealtad personal y de la familia, surgió el más famoso de los tipos japoneses: el samurai o guerrero caballero. Los samurai eran los “guardias profesionales” de los daimyo. Cada daimyo tenía uno o varios samurai que protegían su tierra y su poder, y luchaba por él en la guerra. Originalmente, el término samurai se usó para nombrar a los guerreros aristócratas; pero después se aplicó a toda la casta guerrera que dominó Japón durante los shogunatos (siglo XII al XIX). La importancia e influencia de lossamurai aumentó con el paso de los años. Algunossamurai eran miembros de las familias en el poder, otros eran contratados. A cambio de su lealtad al daimyo, los samurai recibían tierras y tributos. El cargo de samurai se volvió hereditario y así se fundaron las dinastías de samurai.
La casta de guerreros adquirió características que lo situaron aparte del resto de la población. Lossamurai estaban vinculados por un código de ética y conducta (conocido como bushido), que los convirtió en un ejemplo de conduc
ta para las clases bajas. Asimismo, sólo a lossamurai se les permitía portar las armas supremas de la guerra japonesa, las espadas que se blandían a dos manos y eran objeto de veneración casi sagrada. Por otro lado, los samurai tenían los privilegios de las clases altas: poseían tierras y no tenían límites para viajar. Durante una época los samurai tenían el derecho de cortarle la cabeza a los comuneros que los ofendieran.
Durante el periodo Edo (1603 a 1867), una era de paz, los samurai se dedicaron a los estudios intelectuales como literatura, historia, filosofía o meditación. También se dedicaron al comercio o se integraron a la burocracia. En 1867 renunció el último shogun y se reinstaló el emperador como el poder legítimo en Japón (época conocida como restauración Meiji). En 1871 los privilegios de la clase samurai fueron oficialmente suprimidos. Los daimyo tuvieron que regresar la tierra al emperador y recibieron pensiones del estado japonés. Muchos samurai quedaron empobrecidos y desamparados. En 1875 se les prohibió portar las espadas que simbolizaban su dignidad. En el moderno Japón ya no había lugar para el guerrero a la antigua.

El samurai con armadura personificaba los ideales de fuerza y valor imperial en la era feudal del Japón. Todos los samurai se atenían a un código estricto no escrito conocido como bushido o “la conducta del guerrero”. El bushido exigía una entrega casi religiosa a la vida militar, en que las penalidades físicas regían y una muerte heroica en la batalla era la meta más honorable. El bushido contenía los estándares morales que hicieron de los samurai autoridades no sólo militares sino morales y, en algunos casos, hasta filosóficas. Este código dictaba virtualmente todos los aspectos de la vida de los guerreros y llegó a influenciar toda la cultura japonesa.
Según el bushido, el primer deber de un samurai era morir por su señor, el daimyo. “Si piensas salvar la vida —decía un guerrero legendario—, es mejor que no vayas a la guerra”.El samurai debía estar dispuesto a dar su vida en defensa de la vida y honor de su señor. Además de la lealtad, otros principios que regían la conducta del samurai eran la disciplina, el respeto, el comportamiento ético y el autoconocimiento. Buscaban el honor mirando dentro de su propia alma y confrontando los miedos. También se les enseñaba a apreciar y respetar la vida.
El samurai ejercitaba la paz emocional, el autocontrol ante la muerte, la conducta digna y respetuosa ante lo inevitable y la comprensión de la muerte, así como la bondad, piedad y honestidad. Al samurai se le enseñaba que su función esencial era ejemplificar la virtud a las clases inferiores.
El bushido obligaba a seguir un régimen estricto de entrenamiento marcial y atlético. El samurai adquiría su fuerza y destreza en el combate a lo largo de años de riguroso adiestramiento orientado a fortalecer el carácter y la realización de proezas físicas. Los futuros samurai eran aprendices de maestros en ballestería y esgrima, quienes endurecían sus cuerpos y sus espíritus con prolongados ayunos y largas caminatas descalzos por la nieve.
A pesar de los rigores del adiestramiento de un samurai, sus principios de combate se basaban en el principio de “suavidad” aplicada con destreza. La técnica era parecida a la del moderno ji-jitsu (arte marcial que significa “el arte suave”), en el que la flexibilidad y habilidad en los movimientos vence a la fuerza bruta. Los samurai aprendían a combatir a caballo y a pie, con armas y sin ellas.
El hombre que tiene a las armas como profesión
debe calmar su mente y mirar dentro
de las profundidades de otros.
Éste es el fin más preciado de las artes marciales.
Siba Yoshimasa (1350 – 1410)
Comportamiento ético y filosofía


La vida del samurai no sólo era disciplinada en su educación militar, sino también rica en aprendizaje espiritual e intelectual. A lo largo de los siglos integraron a su filosofía los principios del Budismo Zen, del Shintoismo y del Confucianismo. Asimismo, los samurai cultivaron también la escritura, la pintura y la filosofía. Algunas de las artes que practicaban los samurai era el dibujo de espadas, así como la práctica de la ceremonia del té y el arreglo de plantas (ikebana).
El samurai ante la muerte

Después de un fracaso u otro acontecimiento deshonroso, muchos samurai preferían darse muerte cortando su abdomen con su espada para tener un fin honorable: esta práctica se llama hara-kiri (“corte de estómago”). El suicidio ritual es parte del código del bushido y se conoce como seppuku. Otras razones para cometer seppuku era la muerte del señor o daimyo, o bien mostrar inconformidad en contra de alguna decisión o actitud del daimyo. La idea de que más vale una muerte honorable que una vida deshonrada es parte de la mentalidad japonesa hasta la actualidad.
A pesar de su aspecto fiero, los samurai cumplían una serie de estrictas reglas de cortesía hacia su oponente. Cada combatiente solía dar su nombre, linaje y hazañas anteriores de heroísmo. Una vez terminada la lucha, el samurai victorioso tenía la costumbre de elogiar el valor de su oponente derrotado, antes de cortarle la cabeza. También practicaban una cortesía macabra: antes de la batalla, el samurai quemaba incienso en su casco de manera que, en caso de ser decapitado, su cabeza oliera bien.
Sin conocimiento y aprendizaje, un samurai no puede tener victorias militares.
No se debe envidiar la prosperidad del que realiza actos injustos. Ni se debe desdeñar a quien ha caído siguiendo el camino de la rectitud.
Imagawa Sadayo (1325-1420) Los guerreros japoneses llevaban una armadura muy sofisticada para protegerse de las armas enemigas. Su armadura estaba fabricada con pequeñas escamas o laminitas de hierro laqueado, unidas en filas con cordones de seda. El resultado era un tejido metálico tan plegable como la cota de malla europea, pero mucho más resistente. Esta armadura era relativamente ligera: pesaba unos once kilos, lo que permitía al samurai moverse con agilidad. Además, se podía plegar dentro de una caja para llevarla y si la cortaba una espada podía arreglarse con una nueva laminita.

Los guerreros japoneses llevaban una armadura muy sofisticada para protegerse de las armas enemigas. Su armadura estaba fabricada con pequeñas escamas o laminitas de hierro laqueado, unidas en filas con cordones de seda. El resultado era un tejido metálico tan plegable como la cota de malla europea, pero mucho más resistente. Esta armadura era relativamente ligera: pesaba unos once kilos, lo que permitía al samurai moverse con agilidad.
Japón en el período llamado de Kamakura, cuando los destinos del país eran regidos por los Samurais. El Zen convenía perfectamente al samurai, al guerrero. Le convenía por el rigor de su disciplina y su ascetismo. Porque era una filosofía seca y dura, sin ritual ni dogma, apropiada para los hombres de la guerra, y convenía bien a un pueblo de vencedores que orgulloso proclamaba: "No poseo castillo, hago de la mente mi castillo".